La varita gastada

Iba una vez un niño por el bosque
buscando fruta, y tanto buscó y buscó que llegó la noche y se perdió. Estuvo
dando vueltas durante mucho tiempo, hasta que a lo lejos escuchó un gran
alboroto. Se acercó y descubrió que el ruido procedía de una pequeña casita
donde brillaba una luz, y pensó en pasar la noche con aquella gente.
Llamó varias veces, pero como nadie abría la puerta
y seguía habiendo un ruido enorme, decidió entrar. Al instante, se hizo un gran
silencio, y se encontró con miles de ojos que le miraban asustados: vasos,
espejos, cuadros, sillas... ¡todo en aquella casa estaba vivo! ¡y le
miraba!
- Buenas noches - dijo el niño.
Y de nuevo comenzó un alboroto enorme
de respuestas y alegría:
- Uff, qué miedo - oyó que decían
algunos
- Bah, es sólo un chiquillo- escuchó a sus
espaldas. Y el molesto ruido de voces siguió por un buen rato....
- ¡¡¡Silencio!!! - gritó harto de
tanto ruido el niño - ¿dónde estoy?
Y nuevamente respondieron todos a la vez.
- ¡¡ silencio, por favor!! -
suplicó. - Tú, la mesa, por favor, contesta, ¿quién manda aquí? ¿y por qué
estáis todos vivos?
- Aquí mandaba esa varita mágica que está junto a
tus pies, pero ya no le queda nada de magia, la repartió entre todos.
Efectivamente, una pequeña varita a sus pies era el
único objeto que no parecía estar vivo. Comprendiendo que aquel era el origen
de tal desorden, pensó en tratar de arreglarlo.
- ¿Y no os da vergüenza ser tan egoístas? ¿Por qué
no le devolvéis un poquito de su magia?
Un pequeño murmullo egoísta empezaba a llenar la
habitación, cuando el viejo espejo susurró, "vale, de acuerdo", y
haciendo una gota dorada con uno de sus ojos, la dejó caer sobre la varita, que
comenzó a toser un poco.
- ¡Está viva! - se alegró un libro. Y también le
dio su gotita dorada de magia.
Y así, todos fueron cediendo parte de su magia a la
varita, que recuperó un aspecto brillante y divertido, adornado con cientos de
colores. Y llena de alegría fue a posarse en la mano del niño, que al momento
se cubrió con una nube de estrellas para aparecer vestido de mago. Y así fue
como aquel niño se convirtió en el mago del bosque, y con alegría y sabiduría
siguió animando a todos a compartir lo que tenían.
Autor. Pedro Pablo Sacristán
Aportando una pequeña parte de lo que tenemos podemos contribuir a
hacer mucho.
Compromiso
En compañía de
tus papitos lee el cuento y comenta con ellos lo aprendido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario